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Alemania estudia nacionalizar Uniper, la mayor empresa de gas del país

Alemania estudia nacionalizar Uniper, la mayor empresa de gas del país

El pulso energético que libran Alemania y Rusia en el contexto de la agresión rusa a Ucrania registró ayer una nueva etapa. El Gobierno alemán tomó el control de tres refinerías alemanas dependientes del gigante petrolero estatal ruso Rosneft para «asegurar el suministro energético nacional», según anunció el Ministerio de Economía en una nota.

Mientras tanto, otra empresa que podría ser salvada por el Gobierno es la alemana Uniper, la mayor importadora de gas del país, muy afectada por el corte de suministro de gas ruso del Nord Stream, y en la que el Estado ya tiene una participación del 30 %, que adquirió el pasado verano. La operación en estudio podría ser «una ampliación de capital directa que conduciría a una participación mayoritaria significativa en Uniper por parte del Gobierno alemán», dijo el grupo este miércoles en un comunicado. «No se ha tomado ninguna decisión», aseguró Uniper. El Ejecutivo de momento calla.

Uniper era el principal cliente de Gazprom en Alemania. Ahora, para satisfacer sus contratos, tiene que obtener el gas en el mercado a precios que se han disparado. En julio, el Gobierno alemán, además de hacerse con el citado 30%, puso en marcha un plan de rescate del grupo, con líneas de crédito de 9.000 millones del banco estatal KfW.

El Ejecutivo germano redobla espuertos en todas direcciones para atajar la crisis energetica. La operación de tutela de tres refinerías anunciada ayer es una nueva muestra. Las dos filiales de Rosneft en Alemania vinculadas a las refinerías, Rosneft Deutschland GmbH y RN Refining & Marketing GmbH, quedan bajo la «administración fiduciaria» del BNA (Bundesnetzagentur), el regulador federal de redes de energía, inicialmente por seis meses. Su actividad representa el 12% de la capacidad de refinación de crudo del país.

«Es una decisión para la protección de nuestro país; Rusia no es un proveedor fiable”, ha dicho el canciller Olaf Scholz en rueda de prensa en Berlín junto al ministro de Economía, Robert Habeck, y el presidente de Brandeburgo, Dietmar Woidke. En este país del este se ubica una de las tres refinerías puestas bajo tutela, la PCK de Schwedt, la más afectada por la crisis porque su accionista mayoritario es Rosneft (54%) y abastece exclusivamente de crudo ruso. A las instalaciones de Schwedt lega un ramal del giantesco oleoducto ruso Druzhba (amistad), construido entre 1960 y 1963 en tiempos de la URSS. Las otras dos refinerías están supervisadas: Bayernoil en Vohburg (Baviera) y MiRo en Karlsruhe (Baden-Württemberg).

“Rusia no es un proveedor confiable”, dijo el canciller Scholz sobre la operación de protección de tres refinerías vinculadas a la petrolera rusa Rosneft en territorio alemán

El 1 de enero del 2023 entrará en vigor el embargo parcial de crudo ruso acordado por la UE, que veta las importaciones por vía marítima, pero exime a las que proceden de la Druzhba. Pese a esta salvación, el Gobierno alemán se ha comprometido a dejar de importar crudo ruso a finales de este año, y se temía que Rosneft no permitiera el abastecimiento de tres refinerías a través de otros proveedores. El proyecto es transportar petróleo crudo para ramales desde Rostock y quizás también desde el puerto polaco de Gdansk.

Ya en abril, con el argumento de asegurar el suministro energético, el Gobierno puso bajo el control del regulador BNA a la filial alemana de la gasista rusa Gazprom, luego de que esta anunciara su plan de desprenderse de ella. La filial de Gazprom tomó un préstamo de 9.800 millones de euros para protegerse de la insolvencia y financiar la compra de gas de otras fuentes.

Respecto a la refinería de Schwedt, el Gobierno prometió ayer una inversión de 1.000 millones de euros para la ciudad, que repercutiría en la región, pues la refinería es su corazón económico. Habeck prometió a los 1.200 trabajadores de la planta, que suministra el 90% del petróleo y combustible para la capital de Berlín, su aeropuerto y la tierra de Brandeburgo, que se salvarán sus puestos de trabajo. «Necesitamos tiempo para preparar la decisión, pero ahora podemos decir que el emplazamiento está garantizado», dijo el ministro Habeck.

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