Tras consolidarse como periodista y escritor, Donald R. Katz (Chicago, 1952) fundó Audible en 1995, la plataforma de suscripción con más audiolibros disponibles en el mercado y que cuenta con 20 millones de horas de audio reproducidas en nuestro país desde que se implementó en el año 2020. España no es un país desconocido para Katz, ya que en 1975 trabajó en la cobertura de la muerte de Franco para la revista Rolling Stone y desde entonces dedicó parte de sus investigaciones a temas como el nacionalismo vasco durante su etapa como periodista . -Hace 25 años no había smartphones ni aplicaciones, pero si Audible. ¿Cómo ha evolucionado desde entonces? -No había banda ancha, no había confianza en utilizar la tarjeta de crédito ni en internet. Tan solo la idea de que algún día los medios utilizarían este canal. Una visión que nadie dudaba en catalogarla de locura. La idea de la empresa empezó dos años antes de su fundación, mientras desarrollábamos la tecnología y empezábamos a recopilar audio para montar el negocio. Fue una aventura en la que miles de personas, amigos y compañeros se han involucrado y apoyado, aunque los primeros 15 años fueron increíblemente complicados. Sucedió que lanzamos Audible 5 años antes que el iPod, y Steve Jobs me dijo que también estaba trabajando en un reproductor de audio y me propuso trabajar con él. Pero en aquella época, el mero hecho de sobrevivir al principio era difícil. En 1999 salimos a bolsa. Solo usó 3.000 audiolibros, pero entre ellos había programas originales de Robin Williams, cinco años antes de que se inventase el podcast. Sin embargo, tuvimos que hacer dos despidos del 30 y 40% de la plantilla por falta de ingresos en los primeros años. Tener que dejar a tanta gente sin empleo fue un checkeo de realidad. Aquello parécia una guerra y nosotros, al borde del abismo. Cuando salimos a bolsa, había solo 1.500 empresas basadas en internet. Desde abril de 2000 a principios de 2003 comenzaron a desaparecer hasta que en la actualidad no hay más de 140 compañías restantes, y nosotros somos una de ellas. Nos centramos en mejorar nuestro servicio y me produce mucho orgullo saber que hay miles y miles de personas escuchando audiolibros en este momento, además de tener la capacidad de impactar en la cultura con algo nuevo. Soy como un padre orgulloso. -¿Podemos considerar al audiolibro como una versión en audio de un libro o es un producto diferenciado? -Pensando en el mejor audiolibro posible: si consigés un hermoso guión, una actuación y dirección rica en matices y hay una historia dramática, tiene una matiz artística más poderosa. En cierto modo, aporta un valor creativo extra y es una forma más poderosa de experimentar la historia para muchísimas personas. Hay gente que prefiere la experiencia sin la voz del narrador pero, en cualquier caso, te permite escucharlo mientras realizas otras tareas como conducir, hacer ejercicio o cuidar el jardín. Llena esos momentos con significado. Además, al referirse a un libro, la mayoría de las personas utilizan indistintamente el verbo leer tanto para la versión en audio como para la versión escrita. -¿Cómo ha afectado la pandemia al interés de los hábitos de consumo en materia de audiolibro? -Con la pandemia comenzó a detectarse más contenido relacionado con el escapismo y enfocado al ‘wellness’, sintiéndose mejor contigo mismo y con tu entorno. Los cambios en el discurso político, entre democracia y autoritarismo, se han recrudecido durante la pandemia junto a otras tendencias. En cualquier caso, la gente empieza a escuchar más contenidos para concienciarse con el estado del mundo. En cuanto a los creadores, diría que hay más preocupación por la economía, la vulnerabilidad de los pobres y lo que supuso el desempleo. -¿Con el tiempo serána más las grandes compañías que asuman responsabilidades sociales con su comunidad? – Confio en que sea asi. En la historia del capitalismo hay muchos ejemplos de mínimos necesarios, como el Plan Marshall en Europa o el apoyo del sector privado al desarrollo de las naciones. En Estados Unidos las grandes corporaciones se turnaron durante los últimos 150 años para lograr mejoras en la sociedad. Sobre todo desde los años 80, cuando triunfaron filosofías como las de Milton Friedman o Ronald Regan, provocando que muchas empresas perdieran su sentido social y que el aspecto financiero desapareciera. -¿Cuál es el papel de la cultura en una sociedad como la actual? -Me gustaría pensar en una experiencia más concienzuda para experimentar la verdad y más tranquila, sin el pánico ni la inmediataz de las redes sociales, sin la última hora o ‘clickbeat’, que distorsiona todo. Se puede ir más allá. El ambiente podcast ofrece un ambiente más personal, y es otra forma de escapismo. Hay múltiples formas de aprender y conocer el mundo de forma más profunda, Audible es una de ellas. -¿Puede ayudar la cultura a sanar conflictos politicos o sociales? -Si, pero también hay que permitir que la verdad se cuente de forma que resuene en la gente y les llegue a todos los niveles, porque hay muchas cosas que no son verdad. Te encuentras inmerso en medias verdades y con un entorno social donde la información lega de forma condicionada. Hay muchas posibilidades y roles en el arte y la cultura para familiarizarse con la verdad. -¿Cómo valora la apuesta de la industria por contenidos con ciento en diversidad étnica, racial y sexual? – La igualdad de expresión es fundamental para lograr una sociedad diversa y bella. A través del privilegio económico y de la educación, las decisiones suelen ser tomadas por el mismo tipo de gente, y eso es algo muy difícil de cambiar, aunque haya buenas intenciones. Hay que hacer un esfuerzo extra para que esas voces se utilicen en otras comunidades que han sido condescendientes por el racismo implícito que se se interioriza en el día a día.