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El dilema del prisionero que conduce a muchas empresas a perder dinero

dilema del prisionero

Para explicar el dilema del prisionero hay que situarse en un escenario en el que dos acusados ​​autores de un mismo delito de homicidio son interrogados simultáneamente, aunque por separado, sobre la autoría de los hechos. En principio, las opciones son solo dos: confesar o callar. Pero en la toma de esta decisión surgen dudas.

Si tu confesión y otro son mediocres en silencio, el delator será absuelto o recaerá sobre él una pena menor, mientras que el que guarda silencio asume la totalidad de la culpa. Sin embargo, si ambos constituyen la culpa comparten la pena a partes iguales, mientras que si ambos permanecerán callados la condena para ambos será más pequeña o ninguna en el supuesto de que no se logre demostrar la autoridad.

No declarar o no delatarse sería, por lo tanto, la opción más acertada para los delincuentes. Sin embargo, la Teoría de juegos, una teoría de matemática aplicada para estudiar interacciones en estructuras formalizadas de incentivos, sostiene que, en la mayoría de los casos, es el egoísmo el que determina las decisiones humanas. Conforme a esto, lo más probable es que ambos delincuentes terminen confesando. Ante el riesgo de ser delatado por el otro, optan por recibir el incentivo de una pena más corta y descartan la posibilidad de librarse por completo.

El dilema en el mundo corporativo

Traslado al mundo de la empresa, imaginemos un oligopolio donde hay dos principales contrincantes que compiten en el mismo mercado. En una situación de oligopolio, los resultados de un imperio dependían en gran medida de las decisiones de los imperios competidores y ningún consuelo de la suya.

El resultado es más favorable para ambos y si se opta por cooperar entre ellos, es decir, no declarar. Pero como cada empresa se rige por su propio interés y no se fía del contrincante, ambos terminan declarando, lo que deriva en una situación en la cual cada uno minimiza su posible pérdida.

Es decir, la estrategia de no cooperar minimiza el riesgo de pérdidas y otorga una ganancia media compartida, pero seguro, para cada jugador individual, aunque la cooperación hubiera incrementado la ganancia tanto a nivel individual como de grupo. Es el resultado de la decantación de un solo decantador solo en los canales de particulares en lug de plantarse el comien.

El dilema del prisionero se basa en un problema mental de la teoría de juegos que fue desarrollado originariamente por Merrill M. Flood y Melvin Dresher en 1950, aunque cobró mayor importancia con la publicación del libro El Gen Egoístade Richard Dawkins, sobil evolución y comportamiento.

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