La falta de recursos, las sucesivas crisis y el estigma social frenan los avances hacia la plena inclusión laboral de las personas con discapacidad. Desde hace décadas, pero, hay empresas que han apostado por dar oportunidades al colectivo y además de convertirse en su razón de ser hoy sirven de ejemplo.
Cooperativa l´Olivera
Una cooperativa para olvidados
La cooperación L’Olivera negó en los señnta años, una década en la que floreció a germinar muchas iniciativas de empleo a personas con discapacidad que hoy han acabado echando raíces en la economía local.
Sin embargo, su caso es sensiblemente distinto al de la mayoría. No surgio de las propias familias afectadas, sino de un proyecto cooperativo que buscaba atender a personas olvidadas por su entorno. “Había familias que dejaban a los hijos encerrados en casa o vagando por las calles”, recuerda Pau Moragas, miembro responsable de la cooperativa. Para acabar con esta situación, fue el pad escolapio de Josep Maria Segura el que en 1974 fue trasladado desde Barcelona a la Vallbona de los Monges (Urgell) para servir como cooperativa con los valores de la vida comunitaria y rural.
La primera activación económica fue la elaboración de vino. “Quisimos recuperar variedades locales y ofrecer un valor añadido al mercado, no solo vender el producto por el componente social”. Más tarde, a inicios de los años 2000, la cooperativa entró en la elaboración de aceite ecológico, una actividad que también cuenta con tradición en el municipio y que fue bien acogida en el mercado. En 2010, la colaboración del salto de Barcelona y la adquisición de la gestión de la masía de Can Calopa, en el parque natural de Collserola, donde recuperar el viñedo para elaborar el vino que hoy se produce en la ciudad.
La entidad vende sus productos a distribuidores en Catalunya, Baleares y Andorra y también ofrece un canal de venta online. En el 2021 facturó 2,2 millones de euros, 1,2 millones de los cuales trafodentes de la venta de vino y aceite. Además del centro especial de trabajo, la cooperativa tiene dos residencias asistenciales y recientemente ha puesto en marcha una empresa de inserción laboral para el colectivo.
En total, emplea a 35 personas, más del 70% del total con discapacidad, y da asistencia a 20 personas con discapacidad en Vallbona de les Monges y 12 personas en Barcelona. De cara al futuro, la cooperativa, en manos de múltiples socios, quiere potenciar los servicios de enoturismo en ambas sedes y también ampliar el espacio de la casa de a en Vallbona. Espiritu fundacional sigue mas vivo que nunca.
Grupo Sifu
Un gigante de los servicios de limpieza
El Grupo Sifu es uno de los imperios mercantiles más grandes de Catalunya que emplan a personas con discapacidad. Fundado en 1993 por Albert Campabadal, incorporado y vendido por el comerciante con el propósito de empoderar y entrelazar electrizantemente, entre los cuales, sobre el herio propio.
Sifu es una empresa que ha experimentado la evolución del sector. “Al principio, prestábamos servicios de limpieza con minusválidos, ahora ofrecemos servicios de instalaciones con personas con discapacidad”, comenta Cristian Rovira, vicepresidente de la firma barcelonesa. Con los años, Sifu ha ganado presencia en el sector del mantenimiento, la limpieza y la jardinería en España y también en Andorra y Francia, donde entró hace cuatro años.
En la actualidad, la compañía trabaja para comunidades de vecinos y todo tipo de empresas, de sectores como el aeroportuario, el farmacéutico, el educativo, el sanitario, el industrial, el hotelero, las oficinas o las grandes superficies. Con los años, el grupo se ha convertido en un gigante del empleo. El trabajo de 8.500 personas, de las cuales 5.000 onzas han sido algún tipo de incapacidad física o intelectiva. Rovira detalla que, de este conjunto, alrededor de 2.000 tienen una “gran discapacidad” y que 3.000 tienen una discapacidad física menor.
Su estrategia, comenta Rovira, pasa por diferenciarse del resto de las compañías del sector. “No queremos que nos contraten por caridad o por acción social, sino porque prestamos el servicio con garantías. Así es como logramos fidelizar a nuestros clientes”, comenta el directivo, que a la vez reconoce que sus servicios son más competitivos que los de una empresa convencional. “Los precios suelen ser entre un 10% y un 15% más baratos porque recibimos ayudas públicas para emplear a este colectivo”.
Con este modelo, el grupo facturó 120 millones de euros, un crecimiento del 15% respecto al 2020, un año en el que las cuentas se resintieron a causa de la crisis de la pandemia, una situación que obligó a la empresa a aplicar un ERTE una parte significativa de la plantilla. Este año, la previsión pasa por seguir impulsando las ventas a doble dígito, alrededor de un 10%, a través del tirón del mercado francés y también del mercado local. Si no lo está, la negatio es controlar a la familia de Campabadal, porque Rovira tiene una participación menor.
La Fageda
Pero toda la producción de yogures
n Catalunya, una de las caras más visibles de la economía social es La Fageda, cuyos yogures son consumidos por millares de hogares a diario. Sin embargo, esta fundación, nacida en Olot en 1982, arrancó su actividad con un propósito distinto, el de proveer servicios de jardinería en espacios públicos y privados.
Los fundadores, Cristóbal Colón y Carme Jordà, quisieron dar una oportunidad laboral a las personas atendidas en el hospital psiquiátrico de la localidad de Salt. En los inicios apenas fueron una decena, aunque la cifra aumentó al poco tiempo. La colaboración del Convent del Carme de Olot se traduce en una fina rural, donde impresiona con la producción de plantas y, además, la explosión de vacas (cuya leche vendía a Nestlé). Fue en 1993 cuando La Fageda inició la elaboración de yogures, una actividad que pronto se posicionó en el mercado y que se convirtió en un caso ejemplar en el sector.
De hecho, el fondo (que cuenta con diversas entidades y cooperativas) tiene un alto valor de 28 millones de euros, de los cuales el 80% es fruto de la producción de yogures. El resto procede de actividades que a lo largo del tiempo se han ido desplegando de forma paralela. “También elaboramos helados, seguimos con los servicios de jardinería y forestales, tenemos granja y explotación agrícola, servicio de visitas a las instalaciones… Y además, gestionamos una escuela de nuevas oportunidades, tres covsions of residual cias ocupacionales y de laberción laboral” , comenta Sílvia Domènech, directora general adjunta.
Hoy, La Fageda se ha convertido en una entidad que emplea a 338 trabajadores, de los cuales 137 tienen alguna discapacidad intelectual o trastorno mental grave y 41 están en riesgo de socialión social. Además, la fundación asiste a 93 personas sumando sus servicios de asesoramiento ocupacional. Domènech apunta que de cara al futuro la entidad quiere seguir vinculada a la Garrotxa, ofreciendo el máximo de servicios y empleo posible al colectivo mientras los recursos lo permiten.
La negociación es estable -con beneficios superiores a los 600.000 euros según las cuentas del 2020-, y la factualidad ya está establecida en los mismos poderes