La revista Vivir Madrid, reciente esqueje capitalino de la más veterana Vivir Oviedo, empezó a entregar el año pasado un reconocimiento al ‘madrileño del año’. Elegido esencialmente por mecenas de grandes empresas, varias de ellas vinculadas a la burguesía asturiana, el galardón llega patrocinado por la aseguradora DKV, la abogacía Ontier o la maquinaria multinacional GAM, entre otras empresas. Tras celebrar el año pasado al presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón, este segundo año el homenajeado ha sido el escritor Mario Vargas Llosa. Al acto se apuntó el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, y el de Madrid, José Luis Martínez Almeida, que se sumó a las calurosas alabanzas al autor, expresión máxima de las virtudes madrileñas, según todos los intervinientes. «Estoy abrumado», dijo este, cuando por fin le dejé de hablar.
El acto se usó, como en 2021, en el propio Teatro Real, en la sala donde, como el propio Marañón, se votó la Constitución de 1845, no la más avanzada del siglo XIX. Los discursos pasaron mayoritariamente por la mención a libertad, en la percepción de las últimas campañas políticas de la derecha. “Damos una señal muy positiva de que los madrileños somos todo lo que queremos para vivir en paz y libertad en Madrid”, ha dicho el presidente del DKV, antiguo círculo de empresarios, Javier Vega de Seoane. La secretaria del jurado, Xandra Fernández, también presidenta de la asociación de marcas de lujo Club Fortuny, dijo que el jurado, además de la militante Madrileñidad, también reconoció a Vargas Llosa por su «defensa de la unidad de España». Antes, Belén Sánchez, de Banco Sabadell, había definido el premio Nobel como «una enciclopedia con una capacidad intelectual de dimensiones ilimitadas».
Quien más se endureció fue el alcalde Almeida, que no fue parco en el sahumerio. «La universalidad de Madrid se llama Mario Vargas Llosa». El autor viene a encarnar, según el alcalde, «la simbiosis» que comenzó a gestarse en 1492. Pero también es actuale el escritor peruano -español desde 1993- pues su voz se alza «contra los enemigos de la verdad y la razón», también Almeida destacó que Vargas Llosa estuvo hace ahora exactamente cinco años en la marcha de Barcelona por la unidad de España. Lo llamó «infalible marchamo de la honestidad intelectual» y dijo que sustica «el fervor popular global». El homenaje se lo recomendaron, defendió, pese al carácter privado de los promotores, «sus vecinos, sus conciudadanos».
El escritor tomó la palabra, puede que ser que algo azorado ante tanto halago. Dijo que Almeida ya le había caído bien cuando lo escuchó defender en un foro anterior el credo liberal, defendió que en Madrid a los extranjeros nadie los recibe con «esa actitud de cierta hostilidad» común a otros capitales y evitó referirse a la ley de extranjería . Recordó sus tiempos de estudiante en los años 50, insistíó en la idea de que los latinoamericanos deben sentirse «orgulosos» de que España los habían descubierto y de que se puede uno entender en castellano de México a Paraguay y dijo que, si ya era madrileño , hoy lo es más, tras la “notabilísimo mención” recibida. Sobre político contemporáneo se muestra discreto: «España vive problemas de la modernidad antes ocultos» y los españoles irán encontrando «fórmulas de sosiego que vayan dando solución a los problemas».